Ha pasado casi un año desde el atropellamiento que nos arrebató a nuestra hermana, María Taant, lideresa de la nacionalidad Shuar. Desde entonces, hemos recordado la importancia de su vida para todas nuestras luchas. La voz de Mariá era fuerte, cuando ella cantaba llamaba la fuerza de la selva y de todos nuestros ancestros, recordándonos que nuestros caminos estaban unidos por la defensa de nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestros territorios.

Su partida nos deja dolor y un vacío muy profundo. Sin embargo, su ausencia es solo física, porque su rostro siempre sonriente, sus abrazos fuertes, sus cantos sagrados, su energía, su alegría y sus palabras estarán siempre en nuestros caminos. Cantaremos y gritaremos con ella. Siempre con ella.

El dolor de su muerte se produce no solamente por aquello que nos quitó, sino porque se cometió en un lugar donde prima el miedo y el silencio de quienes vieron al conductor que con irresponsabilidad se llevó la vida de María y por la inoperancia del Estado que no puede encontrar a quién lo perpetró. Por ello, no dejaremos de exigir justicia y reparación integral para su familia, especialmente para su hijo adolescente que quedó huérfano!

Por María, nuestras luchas seguirán. Seguiremos recordando sus canciones. Seguiremos unidas. Siempre fuertes, siempre cantoras y tejedoras de la palabra. En nombre de ella, de sus hijos, su familia y su territorio.

¡María lideresa, María cantora, María boa protectora, siempre te llevaremos en nuestros corazones y nuestras canciones!